Supervivencia. Prólogo

¡Hey, linduras! ¿Qué tal andáis? ¡Espero que bien! ^^ Bueno, en la entrada anterior os hablé de mi fanfic original Supervivencia, pues bien, aquí os dejo el prólogo. ¡Espero vuestras opiniones!


Supervivencia


Prólogo. El día en que todo cambió

25 de diciembre de 2011,Navidad
12:00, Washington DC, EEUU

Desde su cómodo sillón en frente a la encendida chimenea el profesor Marthin Jeferson observaba como su hija de seis años abría con entusiasmo su enorme montón de regalos por el día de Navidad. La pequeña y delgada niña se movía con dificultad debido al cansancio que le producían las constantes sesiones de quimioterapia a las que se estaba sometiendo, sin embargo, un profundo entusiasmo guiaba sus manos al romper el papel de regalo y desvelar qué le había traído Papá Noel esas Navidades. Aquella enfermedad la estaba matado.

Aquella enfermedad la iba a matar.

Marthin apretó las manos en puños, con furia, al pensar en la realidad de la vida de su hija. Sin embargo, eso estaba a punto de cambiar. La pequeña se giró hacia él y corrió como pudo, saltando sobre el regazo de su padre. Él la abrazó, y su hija lo miró con una gran sonrisa pintada en sus labios y el brillo de la alegría en sus ojos verdes. Marthin le acarició la pequeña cabecita calva y le preguntó:

—¿Te gustan los regalos?

—¡Sí, papá! ¡Son geniales!

El hombre sonrió ampliamente, entonces, se llevó una mano a uno de los bolsillos de su bata y sacó una pequeña cajita de metal. Se la entregó a su hija y le dijo:

—Ábrela, dentro tengo un regalo para ti por Navidad.

La pequeña abrió con sus finas y delgadas manos la tapa de la caja y vio que dentro reposaban sobre un montón de algodón una jeringuilla y dos pequeños frascos cilíndricos llenos de un extraño líquido verde.

—¿Qué es ésto, papá? —le preguntó la niña, observando con el ceño fruncido lo que tenía delante de sus ojos.

—Es tu cura, cariño... —le respondió Marthin, mientras varias lágrimas resbalaban por su rostro. Se calmó y dejó que la niña le limpiase las lágrimas. Luego, añadió—: Pero tienes que tener cuidado, tesoro, mucho cuidado. Inyéctate uno de los cilindros con la jeringuilla, y el otro guárdalo como recuerdo de lo mucho que te quiere tu padre. Te lo mereces, cariño.

—Pero, papá, a mí no me gustan los pinchazos... ni las agujas... Me dan miedo...

—Sólo será un pinchazo, cielo, y estarás curada. Te volverá a crecer el pelo, y nunca más tendrás que soportar la quimioterapia... —"Y tendrás una oportunidad de vivir" acabó mentalmente la frase.

—Está bien —le respondió la pequeña, mientras esbozaba una pequeña sonrisa. Extendió un brazo y dijo—: Cúrame.

Marthin sonrió y cogió a la niña en brazos, entonces, se levantó y la sentó a ella en su sillón. Cogió la cajita de metal y se dirigió a la puerta que daba al pasillo.

—Vamos al laboratorio, Trisha, ahí te curaré. Delante de todos los demás científicos, para que todos podamos compartir el milagro.

La niña siguió a su padre con una enorme sonrisa.

Marthin Jeferson acababa de encontrar la cura definitiva contra el cáncer.



Seis días después...

—Atención a todo el mundo, ésto es una alerta. Atención -desde la calle, varias personas se acercaron al escaparate de cristal en el que cinco teles de plasma se mostraban encendidas para que la gente viese lo buenas que eran y las compraran. Las cinco, que estaban en diferentes canales, emitían ahora el mismo aviso de emergencia. En él, la reportera del canal local hablaba con el miedo pintado en el rostro-: Les rogamos a todos que salgan de la ciudad lo más rápido posible. Cojan lo imprescindible y márchense con su familia, amigos, mascotas... Un extraño virus está causando mutaciones en multitud de personas. Los médicos lo han clasificado como algo "increíble". El primer paciente, una niña de seis años, con esta extraña enfermedad ingresó hace seis días con extraños síntomas: alta fiebre, extrema sensibilidad en la piel, sangre en los pulmones, tos, náuseas, delirios... Al cabo de tres horas, murió sin que pudiéramos tener ninguna clase de explicación. Media hora más tarde de su muerte, se despertó de manera repentina y comenzó a atacar a los médicos y enfermeros como si de un animal hambriento y carente de sentido se tratase, llegando incluso a arrancárle a varias personas cachos de carne a mordiscos. Nadie logró hacerle entrar en razón, y tras un tiroteo, la policía logró acabar con ella de un balazo en la cabeza, ya que el resto de balas no le habían hecho el más mínimo efecto. De hecho, el sujeto actuaba como si no sintiera el más mínimo dolor. Todas las personas a las que había mordido cayeron bajo la misma enfermedad, los hospitales fueron desalojados por completo con rapidez y la policía intentó retener a estas personas, pero no fueron capaces. Por favor, huyan con rapidez y si ven a uno de estos infectados, no lo duden: corran o péguenles un tiro en la cabeza. Y, sobre todo, no dejen que les muerdan. Recuerden, reconoceran a los infectados por su manera de moverse, como si no sintieran nada de manera que son lentos y descoordinados, su aspecto ya que su piel es hipersensible y a la mínima se desgarra, el que no sientan dolor, no hablan, no son racionales y sobre todo, el hambre voraz que sienten y que intentarán comerles. Atención...

El aviso se repetía una y otra vez, dejando claro que aquello era un gravación y que probablemente todo el equipo del informativo había huído muy lejos una vez hubieran terminado de gravar aquello. La enorme multitud que se había reunido frente al escaparate, ya que muchas más personas se habían acercado a ver, se miró entre sí con miedo. Entonces, todos comenzaron a gritar y a correr.

Y se desató el caos.